Su conversión tuvo lugar cuando empezó a recibir llamadas telefónicas de parte de su hermano Rubén, quien insistía en que el tenía que escuchar un mensaje de Dios para su vida. Mientras su hermano leía una porción bíblica, sus piernas empezaron a temblar y cayó al piso llorando con una terrible convicción de pecado. A los pocos meses su esposa también se convirtió y juntos fueron llamados al ministerio.